Ivonne Guzmán

Todo bien con las clases de cívica, dénselas, pero por el amor de dios enséñenles a hacer y a hacerse preguntas, es decir, enséñenles a pensar.

Ahora que están de regreso, aprovecho para darles las gracias. Bienvenidos al final del verano, ya están en casa. Pueden descansar.

Solo si cuidamos a quién le damos nuestro voto, podremos asegurarnos de que no tendremos después que jugarnos la vida para defenderlo.

En los 3.000 m con obstáculos destacamos casi todos; no sé por arte de qué magia, pero ahí seguimos, sin tirar la toalla, contra todo pronóstico.

Las mujeres estamos solas porque, aunque en los papeles, el Estado nos protege y acompaña, basta con mirar alrededor para constatar que no es así.

Si en lugar de alcahuetes, Noboa tuviera trabajando a su alrededor a gente con conocimiento de sus materias ya hubiera escuchado: "No, no se puede".

Ojalá sea posible hablar más de literatura que de los torquemadas de turno. Son insufribles en sus poses, en sus pretenciones y sus pretensiones.

Nunca quisiera que los niños de este país, que se merecen la mejor vida posible, vivan tan de cerca los cada vez más habituales crímenes.

No hay amor patrio que salga ileso de la terapia de shock por la que estamos pasando los ecuatorianos, tanto dentro como fuera del país.

México no es un país en el que Ecuador puede darse el lujo de dejar a la buena de dios a decenas de miles de migrantes en estado de vulnerabilidad.